viernes, 20 de febrero de 2009

Bangkok y la vuelta

Llegué a Bangkok exahuasta, muy cansada y con pocas ganas de enfrentarme a la locura que se le presumía a la capital Tailandesa. El viaje llegaba a su fin y yo quería pasar uno días tranquilos frente al mar, pero la falta de energía me dirigió hacia Bangkok, otro autobús más y sus miles de horas y no volvería para contarlo. No tenía guía, no sabía hacia donde me dirigía, pero tenía claro que no quería estar en la archiconocida Khaosan, quería calma y alejarme de las masas de turistas en busca de la vida nocturna loca de Tailandia. Y lo conseguí. Alguien me había hablado de una zona con hoteles al norte de khaosan, a unos 10 minutos andando, tranquila y con varias posibilidades ... y hacia allí que me dirigí. La primera noche la pase en un sitio encantador todo de madera con los baños compartidos y con ambiente hippie de los que ya no quedan, pero al levantarme la mañana siguiente llena de picaduras de chinches (¿¿¿????) y ante el desdén de la dueña para cambiarme a una habitación individual que según ella no quedaban pero que yo había visto vacías, decidí buscar otro sitio ... Y lo encontré, y mucho mejor, sólo al doblar la esquina, el lugar ideal, con azotea y unas vistas del río inmejorables. Y allí encontré la calma y los compañeros de fin de viaje perfectos. Manaosh y Tayeul, el primero belga, el segundo koreano, unidos por el destino ... la exnovia de Manaosh era amiga de la novia de Tayeul y este le había alojado en Seul ante la separación de Manaosh con su novia en esa ciudad ... No se entendían, verbalmente, Taeyul no hablaba inglés, pero a pesar de las diferencias de idioma, se comunicaban, se sentían el uno al otro, y les unía la energía que ambos desprendían ... Y allí los conocí, en la azotea, y con ellos compartí mucha risas, mucha fuma, mucha música y los escenarios perfectos para el fin de viaje ... Manaosh se tornó además como el anfitrión perfecto, vivía en Goa desde hace años y conocía Asia a la perfección, y por supuesto Tailandia y su capital. Nos enseñó a los dos lugares frecuentados por los locales, y nos narró una y mil historias de Bangkok. Y en esos encuentros de azotea aparecieron toda una serie de personajes a cual más característico ... ese francés que vivía en el hotel e intentaba ganarse la vida dando clases de inglés ... el ruso con su mujer con la que se había peleado y que estaba exponiendo en una bar de la zona una colección de fotos de la Rusia fría de -40 grados ... los italianos fumetas y solitarios ... y muchos más ... Y entre encuentro y encuentro, paseé lo justo por esa gran ciudad e hice algunas compras para lucir en el verano europeo ... Y así, con la maleta cargada, el cuerpo lleno de energía y la duda ante la partida, qué me deparará la sufrida Madrid???, cogí un avión y me volví a Londres a encontrarme con Laura, que allí me esperaba para darme la bienvenida a casa ... y atrás dejé un viaje cargado de emociones y sensaciones sin igual. Fin del Globalching??? No, todavía me esperaban Malta y Argelia ...







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